La voz narrativa en El desdeñado más firme
Erika Ponce de León Johnson
En El desdeñado más firme la voz narrativa está en primera persona. Desde la dedicatoria que se hace a sí misma, sabemos que es una voz de mujer, ya que la autora, Leonor de Meneses, firma bajo el pseudónimo de Laura Mauricia (Meneses A2 v). A través de la novela se puede observar cómo la narradora cumple también una función de narradora omnisciente. La narradora no forma parte de los hechos que transcurren en la novela, pero tiene conocimientos de lo que sienten y piensan los personajes, en especial, César. La narradora también se entromete en reiteradas veces para dar su opinión. Al optar por esta técnica narrativa, la voz de la narradora obtiene autoridad, y desde ya, desafía el rol de la mujer en el Siglo de Oro, el cual estaba dominado por una sociedad patriarcal. La mujer no tenía voz ni representación y se caracterizaba por tener un rol sumiso.
Es importante señalar que la narradora pretende confundir al lector. Si bien en un inicio su intención es presentar a César como una víctima, se puede ver a través de la novela cómo su perspectiva va cambiando, e incluso a veces es contradictoria. La voz de la narradora, a veces autoritaria y otras veces entrometida, podría ser una herramienta que usa la autora para hacer una crítica sobre el rol de la mujer ante la sociedad de la época.
Se puede apreciar cómo la narradora desde un inicio opta por representar a César como una víctima y un desafortunado en el amor. Por ejemplo, afirma: “Voy a presentar al héroe de mi historia” (Meneses 1). Lo mismo se puede observar cuando dice: “Estudió con cuidado letras humanas, supo las lenguas de Europa. Estas noticias quise dar de sus partes, porque se le tenga la mayor lástima en las desgracias que le costó su inclinación” (Meneses 6). A través de estos pasajes, se podría interpretar que la narradora siente lástima por César y de su fracasado intento por conquistar a su amada. Según Campbell, Meneses opta por centrar la novela desde la perspectiva del hombre, y presenta a César como una víctima ante el lector para neutralizar la problemática de la relación de la narradora en primera persona y la ideología patriarcal (521).
La narradora también se entromete en la narración repetidas veces, en algunos casos se dirige a sí misma (como hemos visto en la “Dedicatoria”) o como también observamos en este ejemplo: “¡Quién dijera que, yendo César a buscar la vida, encontrase la parca! No sé señora mía, qué juzgue de esta acción, si miro a César hallole fino y a su flojedad disculpada con su fineza que la mayor fue siempre el sufrir. Si miro a Lises, veo a su crueldad compitiendo en sus donaires” (Meneses 74). En un inicio, la voz narrativa aboga por César, pero luego también queda patente su simpatía por Lises. Por ejemplo, pide que perdonen a los dos: “Absuélveles de cualquier calumnia, a él su firmeza, a ella su valor, que no fue poco el que tuvo viendo en aquel estado a César a quien ya había conocido” (Meneses 74-75). También encontramos algunas contradicciones por parte de la narradora, ya que su apoyo a César no es consistente a lo largo de la novela. Por ejemplo, cuando César intenta enviar una poesía a Lises, afirma que no espera nada a cambio. César piensa que al hacer esto no dañará el honor de su amada: “Que la poesía, por común lisonja, dicen allí, que no ofende la modestia, ni el recato (Meneses 15-16); sin embargo, la narradora no está de acuerdo con César, e interviene en la narración y comenta: “no es ésta mi opinión, señora excelentísima” (Meneses 16).